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Planeta X: ¿La catástrofe que dio forma a la Tierra y sembró la vida?


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Introducción:

Desde el principio de los tiempos, la humanidad ha tratado de comprender sus orígenes, no solo desde una perspectiva biológica, sino también cósmica. Las mitologías, los escritos antiguos y las teorías astronómicas modernas ofrecen diversas perspectivas sobre cómo se formó la Tierra y cómo comenzó la vida. Una hipótesis fascinante conecta la antigua mitología babilónica con teorías contemporáneas sobre el Planeta X, también conocido como Nibiru. ¿Es posible que el Planeta X haya chocado con Tiamat, creando la Tierra y la Luna, y luego sembrando la vida en nuestro planeta? Exploremos esta hipótesis combinando hechos científicos con narrativas mitológicas.


Tiamat y el Planeta X en la mitología babilónica:

En la mitología babilónica, Tiamat es la encarnación del caos primordial, a menudo representada como un dragón gigantesco. Según el épico Enuma Elish, Tiamat fue derrotada por Marduk, un joven dios que dividió su cuerpo en dos partes: una para crear el cielo y la otra para crear la Tierra. Marduk se convirtió entonces en la deidad principal, estableciendo el orden en medio del caos.


En interpretaciones alternativas, particularmente inspiradas por Zecharia Sitchin y sus estudios sobre los textos sumerios, Nibiru (Planeta X) se considera un planeta masivo que periódicamente pasa a través del sistema solar, causando cataclismos. Según esta teoría, Nibiru podría haber sido responsable de la colisión con Tiamat, lo que condujo a la creación de la Tierra y la Luna.


La colisión entre el Planeta X y Tiamat:

Imaginemos el sistema solar hace 4.500 millones de años. Tiamat, un planeta hipotético más grande que la Tierra actual, orbita entre Marte y Júpiter. Se acerca el Planeta X, un cuerpo celeste masivo con una poderosa influencia gravitacional, y la colisión es inevitable.


Una colisión entre dos cuerpos planetarios de tal magnitud sería catastrófica. Una parte de Tiamat sería destruida y expulsada a la órbita, donde eventualmente se formaría la Luna. La masa principal de Tiamat, aunque fragmentada, sobreviviría y se reformaría como la Tierra. Así, nace un nuevo planeta: la Tierra, rica en minerales y materiales provenientes del interior de Tiamat.


Apoyo científico a la hipótesis de la colisión:

La teoría del gran impacto, en la que un objeto masivo chocó con la joven Tierra (Tiamat en este escenario), es ampliamente aceptada por la ciencia para explicar la formación de la Luna. Las simulaciones por computadora y los análisis isotópicos de las rocas lunares sugieren que la Luna comparte un origen común con la Tierra, lo que encaja con el escenario en el que la Tierra (Tiamat) y la Luna se formaron a partir de los escombros de una colisión con otro planeta, posiblemente el Planeta X.


El Planeta X siembra la vida:

Después de la colisión, el Planeta X continúa su viaje a través del sistema solar, pero su influencia en la Tierra no ha terminado. Algunas teorías sugieren que la vida en la Tierra podría haberse iniciado con materiales orgánicos traídos por cometas, asteroides u otros cuerpos celestes. En este contexto, el Planeta X podría haber traído los ingredientes necesarios para la vida: aminoácidos, agua u otros compuestos químicos esenciales.


Mitológicamente, esto puede interpretarse como un acto de creación por parte de Marduk: el Planeta X siembra la vida en la Tierra recién formada, transformándola de un planeta rocoso y estéril en un mundo lleno de vida, listo para la larga evolución que llevará a la aparición de plantas, animales y, finalmente, humanos.


Conclusiones:

¿Pudo el Planeta X haber chocado con Tiamat, creando la Tierra y la Luna, y luego sembrando la vida en nuestro planeta? Aunque esta hipótesis se sitúa en la frontera entre la ciencia y la mitología, combina elementos que tanto los textos antiguos como las teorías cósmicas modernas intentan explicar. En la mitología babilónica, Tiamat es destruida por Marduk, quien trae orden y nueva vida. En la teoría cósmica, el Planeta X podría ser ese cuerpo celeste que causó la colisión y contribuyó a la formación de la Tierra y al desarrollo de la vida.


Aunque muchas preguntas siguen sin respuesta, esta hipótesis es un ejemplo de cómo los antiguos mitos pueden inspirar teorías modernas sobre nuestros orígenes. Y si asumimos que cada grano de verdad puede ser sembrado por algo tan esquivo como el Planeta X, tal vez encontremos más pistas que nos ayuden a comprender nuestro pasado y nuestro lugar en el universo.

 
 
 

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